Acumular 56 trimestes consecutivos de crecimiento, nada menos que catorce años, como hizo la economía española entre 1994 y 2007, y que no se rompa nada, hubiera sido un providencial milagro. La fuerte bajada de los costes de financiación que aportó la entrada en el euro desató una avalancha de inversión en un país que había estado años y años con una financiación insoportablemente cara y con ella se generó un sobreendeudamiento descomunal que aún hoy es el primer problema para el despegue de un nuevo ciclo de crecimiento.
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